14 febrero 2019

El niño del arco

Se desliza ligero, descalzo, desnudo
con solo una venda en sus ojos por atuendo
Sonriente dispara el niño de tiro certero
Y su flecha de oro se hunde en el corazón.

A veces en un arrebato, sin aviso, sin intención
Otros lo presienten, lo ven venir de lejos,
Tal vez despacio, sin prisas
Pero sin desvío ni vacilación.

Llega y todo lo cambia, todo lo trasforma
Todo lo llena, todo lo vacía, todo lo toma
Todo ahora fresco se mira diferente
No duele nada ni la afrenta más hiriente.

Su efecto puede ser efímero, fugaz...
disfrútalo mientras dura de ahora en más
Cada mirada, cada gesto, cada sonrisa,
cada beso, cada roce, cada caricia.

Y si cultivarlo quieres, que madure y florezca
Como Venus, del Oráculo de Temis hay que aprender
Que el amor sin pasión no puede crecer
El fuego hay que hacer que fuerte permanezca

Así que cuídalo y gózalo,
Súfrelo y llóralo
Vívelo mientras puedas...
Y cuándo ya no esté en ti
Entonces, déjalo ir...

26 julio 2018

Book of Myself I

"I am who I am, nothing more and nothing less" ... I said, but, defiantly, it replied to me "No! you are whatever I say you are: if I say you are poor, does no matter how much wealth you have, poor you are; if I say you are a master, you are a master indeed, even if you are currently in chains. " It returned to its throne back inside of my mind and, from there, It looked through my eyes at the dawn of a new day.

Book of Myself, age 38, month 7, day 25.

31 marzo 2018

En el umbral del odio

Estamos justo sobre el umbral, un paso y caeríamos por una garganta profunda, oscura y  nauseabunda cuya sima no alcanzamos a dimensionar. Un paso nada más. No es que no podamos luego salir y regresar, es probable que podamos, es el costo: todo lo que perderemos y destruiremos, las heridas que nos abriremos, el dolor que produciremos. Un paso hacia adelante puede significar cientos o miles para volver.

Ha sido un camino difícil hasta aqui y nos orgullecemos de lo alcanzado y con justa razón. Lejos de ser perfectos, hemos cometido muchos errores, pero los hemos sobrepasado, no sin esfuerzo, no sin dolor. Mas no estamos exentos, no nos volvimos infalibles. Podemos cometerlos de nuevo, pero ojalá no tan graves, no tan garrafales, no con tantos avisos previos. 

Ya el hedor del odio nos alcanza, su vaho nos abrasa la cara. Inhalamos lentamente su veneno y parece que se empieza a integrar en nuestro organismo, retorciéndonos las viceras, conviéndonos lentamente en pústulas prontas a estallar para continuar esparcimiendo ese vaho venenoso a los que conocemos y a los que no, a nuestros amigos, a nuestra familia, destruyendo y consumiéndo todo lo que realmente es importante. Y eso que aún no hemos dado ese paso.

Partidos en dos bandos, enfrentados en lo que parece una guerra fratricida. Nos hemos empujado entre todos hasta aquí. Todos estamos en el umbral mirando como hipnotizados al abismo, todos convencidos de que estamos en lo correcto, de que todo está justificado, que nuestra altura, moral o intelectual, es superior a la de los demás.

Conforme nos acercábamos los efluvios corrosivos parecían desintegrar las máscaras y los antifafaces de fiesta, con los que solíamos ataviarnos... Máscaras de tolerancia, de respeto, de pulcritud; antifafaces, que ahora nos parecen precarios, de inteligencia, de espiritualidad, de armoniosa convivencia. ¿Eran sólo ilusión?¿Atendían a nuestros deseos jantanciosos de parecen mas no de ser? Nos engañamos tanto tiempo entonces... espero que no, más la realidad en este momento es en verdad triste.

Ahora entrecomillamos valores y principios, atacamos creencias profundas y arraigadas, no con argumentos sí con el insulto fácil, con el vituperio mordaz, vilipendiando con la burla soez, viendo con real desprecio a quién no piensa como nosotros como si todo eso no nos retratase a nosotros en vez de a los demás, demostrando que nuestra afamada inteligencia es incompetente, nuestra habilidades escasas y nuestro sensibilidad humana en franca decadencia. 

Y lo mismo a la inversa: blandimos sagrados principios morales, y los arrojamos al rostro de quienes nos adversan casi escupiéndolos, erigiéndonos jueces de conciencia y condenando todo y a todos sin remordimientos, entregándonos fácilmente a la lapidación, al prejuicio, a la maledicencia, a el oprobio vulgar, a la vez que dejamos muda nuestra capacidad de razonar. Desnudando nuestras falencias espirituales no las de los demás, dándole la espalda a lo más básico de lo sagrado: el amor, la paz y el perdón. 

Nos hemos vuelto creaturas deleznables, propagadores de mentiras, burlas, sandeces y francas estupideces,  somos sacos de risas hirientes y de sarcasmo odioso, pero vacíos de reflexión, ausente el mínimo análisis, sin ninguna prudencia, sin reparo alguno, escudándonos en nuestra ignorancia, en un pseudo-periodismo informal e irresponsable, en figurines resentidos deseosos de recuperar protagonismo apunta de medias verdades, flagrantes contradicciones ideológicas, prostituidos ideales.

Y eso que aún no damos ese paso.

Y espero que no lo demos, que nos recompongamos, que miremos lo que tenemos y que podemos salvar y perpetuar para las generaciones futuras. Se han cometido errores, grandes y pequeños, no los podemos obviar ni ocultar. Es necesario retomar la senda que ahora parece algo borrosa de paz, unidad, libertad, equidad, de verdadera espiritualidad y de nuestra cultura, sabiendo que hay cosas que no deben mezclarse. 

No más veneno: no edifica, destruye. Más argumentos e ideas, sin sarcasmo ni insultos, así conquistamos. Más principios y valores así crecemos. Más respeto así ganamos todos. Debemos parar ya está carrera de odio insensato, cortar la cadena que nos hemos puesto al cuello en lugar de seguir aprentándola.

Estamos en el umbral mirándo a los ojos a lo peor de nosotros mismos pero, aunque flaqueamos, no hemos dado ese paso y no debemos darlo, ni ahora ni nunca.



Publicado el día antes de las elecciones de Costa Ricade 2018.

18 abril 2016

Mi oscuridad

Me he asomado a mi oscuridad
Y en ella reposa alegre la tristeza
Riéndose sin ninguna sutileza
Acompañada dulcemente por la soledad

He mirado mi viejo rostro
Cuentas imperfecciones arropadas
Ya los años dejan marcas
Donde antes estaban mis abalorios

Contemplo mi eterno mal
Siempre conmigo, 
mi demonio particular
Bebe de mi misma copa
Maldecimos la misma cosa
Besamos igual

Nos asomamos juntos a la oscuridad
Es la sonrisa triste de mi alegría
La bella cicatriz de mi vieja herida
Es la eterna compañía de mi amada soledad

13 marzo 2016

Insultos, Insultos y más insultos

Recientemente el Ministerio de Seguridad Pública de Costa Rica prohibió la entrada a dos comediantes nicaragüenses que pretenden, o pretendían, mostrar su show en el país; bajo la premisa de velar por su propia seguridad. ¿Por qué? Pues porque se burlaron de los costarricenses con mofa, burla grotesca y soez.

Es muy entendible la molestia tica, las groserías fueron abundantes y pesadas. No se invita a la casa al vecino que ha hablado pestes públicamente de nuestros padres y hermanos ¿Cierto? Pero, si pide la entrada y nosotros lo atendemos con cultura, decencia y amabilidad ¿Es acaso demasiado utópico? ¿No es posible que mejoremos la convivencia en el barrio? ¿No es posible que esa persona cambie su percepción sobre nosotros e, inclusive, que nosotros cambiamos la nuestra sobre ella? Y si no es así ¿Perdimos algo? ¿Nos dejamos humillar? ¿Debemos de, al menos, impedirle la entrada, y cuando más lincharlo públicamente?

Mi fe en mi pueblo, mi impulsa a creer que tenemos buena educación, cultura, que la población mayoritariamente cristiana (católica y protestante) atiende a principios y valores humanos elevados, que cuando nos llenamos la boca con la idealizada forma de ser del costarricense: amable, atento, cálido con el extranjero, tolerante y, en fin, buena gente, lo estamos diciendo sincera y honestamente.

Sin embargo cada día la evidencia me abofetea la cara diciéndome que, en realidad, una amplia parte no es así. Que si un nica nos insulta por internet, nuestro mejor forma de hacerle frente a la situación es enviarle amenazas de muerte, insultarlo peor de lo que él lo hizo y se viene por aquí despellejarlo  vivo y echarlo a los perros. Y no estoy recurriendo a mi imaginación, peores comentarios he leído en las redes sociales.

Y si el mentado nica se disculpa, y lo hace exponiendo coherentemente sus ideas y pidiendo olvido para su error y unión entre los vecinos, más encima nos tiramos de  él, como perros rabiosos, porque es un cobarde y hay que dejarlo que venga para desaparecerlo.

Es de llorar, ¿De verdad tenemos que impedir que venga porque su integridad física está en peligro? ¡¿En Costa Rica?! El país pacífico, sin ejercito, el rinconcito de paraíso...

Luego veo un video de cuatro chiquillas de colegio, agarrándose a golpes en medio de una rueda de compañeros que les gritan “¡Dele! ¡Dele! ¡Dele Duro! ¡Mae maldita!”, y hay decenas de ejemplos, basta irse a las noticias y sus desagradables reseñas de sucesos.

Tengo una hija pequeña, y me entristece y me asusta en el mundo en que va a crecer: un mundo rabioso, un mundo donde si no haces la vejaciones te las hacen, donde si no golpeas primero te golpean dos veces, donde hay que insultar e insultar alto y fuerte, donde tienes que odiar al que es diferente y serás más aceptado si odias en manada. Es un mundo despiadado donde no soportas nada, no pasas nada por alto y donde debes devolverlo todo y con intereses. Y si de casualidad perdonas, o ayudas a quien te hirió o tienes un buen gesto con quien te molestó, eres la peor escoria, el imbécil, el tonto porque nadie se deja, solo el cobarde.

No quiero que sea así, no debe ser así. Aun creo y espero, que la mayoría no seamos aun así, pero cada vez cuesta más creerlo, a veces parece que nuestra sociedad fracasa y que nos hundiremos irremediablemente.

Una canción china dice “la mayor victoria es cuando logramos convertir a nuestro enemigo en amigo”. Debemos cambiar mentes y corazones, debemos empezar por nosotros mismos y por nuestros hijos…