19 junio 2011

La Bruja de Koe, Cap. IV

Capitulo IV: Visitas Indeseables


Tiempo después del infortunado incidente con el Guía uniluminado, la inesperada visita de un grupo de mercenarios a la villa, fue un suceso de consecuencias imprevistas para todo el reino. Y no fue un suceso agradable. El pueblo de Humé siempre aislado de todo, nunca había visto semejantes hombres en los alrededores, desalmados con armaduras relucientes al hombro y portando toda clase de armas letales. A nadie le agradó conocerlos, hubieran preferido el asalto fugaz de algún despreciable iyoco.

En relación con todo esto, acontecía que en la región noroeste de las tierras conocidas, en el reino de Nameric se gestaba una invasión a Woldon. Nameric siempre se proclamaba a sí mismo como el reino guardián de la paz y la libertad de los hombres en las tierras conocidas, sin embargo todo el mundo sabía y daba cuenta de la maldad de Nameric, siempre embaucaba, engañaba, comprometía y amenazaba a los demás reinos apoyados en el poder de su comercio y en su formidable ejército.

Shiborug estaba relativamente sobre aviso acerca de las intenciones de la invasión y sospechaba sobre la verdadera motivación de tal acto. Sabía que las minas de adenita comenzaban escasear en Nameric y que Woldon tenía una amplia reserva por todo su territorio. La adenita podía sustentar toda una economía: Un mineral fundible altamente resistente, y extremadamente ligero, totalmente maleable, era ideal para fabricar toda clase cosas: desde armas ligeras, resistentes y letales, hasta inocuos utensilios de cocina, por ese entonces no se sabía que el uso de la adenita combinado con el vino podía causar envenenamiento progresivo y perdida de la cordura, quizás eso es lo que pasaba con los gobernantes de Nameric.

Woldon no tenía relación comercial de adenita con Nameric a pesar de los variados intentos del poderoso imperio de adueñarse de la producción de los depósitos, pero en el pasado El Fiero, monarca de Woldon, resistió las presiones y no cedió ante al enemigo de la mayoría de los pueblos.

Por otra parte la invasión se retrasaba debido en parte a que el poderoso reino de Nameric debía de justificar ante La Magna Asamblea de Gretell su actitud beligerante. En esta centenaria institución se reunían embajadores de los cuatro reinos de las tierras conocidas. Exceptuando por supuesto a las oscura tierras de Horeldom.

El representante de Nameric en La Asamblea argumentaba que la invasión se requería ya que el régimen de Shiborug amenaza la estabilidad de los demás reinos del mundo. Argumentaba que un reino tuviera un mago en su consejo mayor y que este prácticamente manejara a su antojo al gobernante era inaudito, además los espías de Nameric informaban sobre una especie de academia militarizada para magos de poderes muy acentuados, donde unidades del ejercito de Woldon con estas habilidades “especiales” se desarrollaban a pasos agigantados constituyéndose en una arma de considerable poder y una amenaza potencial para los demás reinos. Esto Nameric no lo toleraría, a pesar claro, de que ellos entre sus filas también tuviesen muchas más de estas “unidades especiales” y de que su poder bélico fuera más devastador que el de cualquier otro reino.

La Asamblea, sin embargo, resistía a duras penas la petición de Nameric. El déspota reino exigía la aprobación de medidas represivas entre ellas apoyo a la invasión, amenazando discretamente con suspender el comercio u otro tipo de represalias si los demás reinos no le respaldaban. Pero la Manga Asamblea no encontraba argumentos suficientes para iniciar acción alguna, además el mundo temía otra monstruosa Batalla de Hechiceros como la de la Montaña Perdida al final de la segunda era de la magia y en la que desaparecieron pueblos enteros. Fue en esta batalla en la que los Maestros del Fuego se sepultaron para siempre en el olvido y se cerraron las dos eras doradas de la magia.

Sin embargo en Humé nada de esto se sabía, la vida estaba alejada de conflictos políticos, militares o de cualquier otra índole. Aquella banda de ocho guerreros era de Nameric y hacían un reconocimiento previo a la invasión. Habían entrado por el oeste en un desembarque relámpago en la bahía de Jeroa. Toda esa región era selvática e inhabitada por humanos casi totalmente, el primer rasgo de población luego de mucho tiempo de viaje era Humé. Así que tomaron el humilde caserío como punto de descanso mientras se preparaban para el siguiente trayecto en la expedición.

Desenmascarando prontamente su verdadera naturaleza, despojaron a varios humildes campesinos de sus chozas, se enfundaron en sus armaduras y se asentaron, señoreando su poder sobre todos, exigieron servilismo o que se atuvieran a las consecuencias. Ultrajaron salvajemente a un par de pobre jóvenes dejándolas luego severamente heridas, casi moribundas. Mataron animales para que se los preparasen como alimento, desmoralizando completamente al pueblo. Claramente su proceder inidcaba que Humé no sobrevivirá al pequeño contingente.

Elidjem bajó al pueblo por algunas provisiones, y de inmediato fue enterado de la situación. Temió por su hija aunque los guerreros no se habían enterado de la vereda a la montaña Koe ya que ésta se halla hacia el sur y ellos venían del oeste seguirían al nordeste evitando los caminos principales enrumbándose a Kartabaal y luego de ahí según los informes de los espías  se dirigirán a Shiborug  o se devolverían para apoyar la invasión. El padre de Asarat no se atrevía a volver por temor a ser seguido por alguno de los hombres armados, quienes patrullaban la villa en busca de excusas para agredir. Así llegó la noche y Elidjem tuvo que quedarse en el pueblo.

Se reunieron los pueblerinos en la plazoleta al centro de la villa frente a las chozas que los enemigos habían tomado, encendieron un gran fuego temiendo que si se dispersaban, individualmente, serian presas fáciles de los agresores durante la noche. Elidjem comenzó a evaluar la situación: Uno de los miembros del pequeño contingente enemigo era un mago. Elidjem se percató por que observó pequeños indicios de su habilidad. Los demás parecían jóvenes guerreros escasamente curtidos quizás en un par de batallas a excepción del titular, el líder del grupo, un hombre excepcionalmente alto y corpulento llamado Jon, quién dirigía toda la operación de reconocimiento, se le observaba como un viejo conocedor de campos de batallas, varias cicatrices en su rostro lo aseguraban. El grupo estaba formado por un par de arqueros, cuatro espadachines, uno de ellos era Jon, un gigantesco hombre con una enorme maza y finalmente el mago quien también parecía el explorador, quien solo portaba una daga, todos en permanente alerta. Ellos nunca dejaban sus armas, siempre estaban listos para desenvainar.

En la aldea un grupo de hombres y jóvenes, ofendidos por las despreciables acciones de los invasores, se disponía arreglar la situación de una vez. Hicieron un plan para entrar a las chozas por atrás mientras los malvados rumiaban el alimento y con sus herramientas de trabajo empuñadas como armas, asesinar a los agresores antes que se dieran cuenta de lo que les había pasado.

El plan estaba condenado a fracasar desde el inicio. No había manera que unos combatientes entrenados sucumbieran ante un grupo de sencillos labriegos. Los valientes irrumpieron en las cabañas, lanzándose sobre los invasores. En la primera cabaña, los valientes murieron asesinados casi instantáneamente bajo el filo de las espadas. En la segunda, el mago se hizo cargo y los arrojó fuera, frente a la pequeña congregación de la aldea en la plazoleta.

Los hombres volvieron a enrumbarse a la cabaña pero el mago les salió al paso. Ante el asombro del pueblo, una ráfaga de fuego salió de la palma del hechicero. Tres de los cinco luchadores del pueblo cayeron al suelo revolcándose entre las llamas hasta morir carbonizados entre espeluznantes alaridos de dolor. Elidjem que conocía el poder de los magos, corrió a intentar contener al par de hombres sobrevivientes del ataque para que no perdieran sus vidas en vano. Al mismo tiempo de la otra cabaña salían los guerreros arrastrando por el cabello los ensangrentados y mutilados cadáveres de los otros campesinos. El pueblo se horrorizó cuando los perversos lanzaron contra ellos los cuerpos de los que en vida fueron sus amigos y vecinos.

Jon salió de su cabaña, echó una despreciable mirada sobre la muchedumbre.
”-Han cometido un terrible error-” sentenció con el acento curioso de los del norte “-Para mañana este miserable pueblo habrá desaparecido. No quedará nada en pie para el amanecer. ¡Destrúyelos!” le indicó al mago que acabará con los restantes hombres de la fallida insurrección y a los cuales Elidjem contenía interponiendo su cuerpo.

El mago volvió a lanzar su fuego infernal sobre los pobres condenados quienes no tuvieron tiempo de reaccionar, pero una vez que las llamas devoradoras salieron de su palma fueron vueltas en suaves plumas blancas que acariciaron los sorprendidos rostros de Elidjem y los demás. El hechicero confundido miró a su derecha y la contempló: una hermosa joven de largo cabello negro lacio y vestida de blanco, sonriendo, iluminada por el fuego de la plazoleta y por las lunas gemelas, caminaba hacía los insurrectos.

“-¿Asarat?-“, Inquirió aquejado Elidjem al ver a su hija,
“-Padre, estaba preocupada por tu ausencia-” contestó la joven mientras avanzaba en su dirección. El pueblo miraba a la joven bruja maldita, a la vez que temía la reacción de los guerreros.

A una señal del líder invasor, el inmenso guerrero portador de la masa se abalanzó sobre Asarat, la niña parecía que ni siquiera se había percatado. Cuando se hallaba a un suspiro de distancia, el gigante arremetió con su arma y toda su furia contra la joven con un bufido. Ella pronunciando una palabra que el guerrero no pudo escuchar y con un leve soplido lo arrojó contra otros dos de sus compañeros, tan fuerte que se estrellaron contra la cabaña a sus espaldas, la enorme maza que el guerrero había soltado fue tras ellos para dejarlos inconscientes con un golpe más que contundente.

En los ojos de Jon ardió la furia.”-Ustedes destrocen a la pequeña zorra-” Le ordenó a los otros tres guerreros. Salieron a su encuentro, el más adelantado desenvainó su espada y se apresuró para embestir a la joven, los otros dos se aprestaron a abatirla con sus flechas.  Cuando el espadachín estuvo lo suficientemente cerca arremetió, pero su espada hendió el vacío. Asarat le había esquivado de forma sorprendente, en un parpadeo. Ya estaba más cerca de su padre cuando un par de flechas se deslizaron buscándola. Pero el guerrero de la espada, como arrebatado por una mano invisible fue obligado a interponerse en su trayectoria y las flechas se le hundieron en la espalda cayendo herido por sus propios compañeros. Lo arqueros se disponían a cargar  otro par de flechas cuando sus pies se separaron del suelo, parecían flotar infinitamente cerca del piso pero sin poder tocarlo. Aterrados y desesperados dejaron caer sus armas. Entonces la niña les sonrió, susurrando algo e inmediatamente comenzaron a golpearse las cabezas uno con otro como muñecos de trapo atrapados en las manos de una pequeña malcriada hasta caer inertes. Para entonces Asarat ya había llegado con su padre.

Sorprendido de que en aquel miserable caserío existiese alguien con tales habilidades, el mago se acerco a su jefe
“-Es muy poderosa-” le dijo.
“-¿Puedes con ella?”- Le mandó Jon más que preguntarle,
“-Por supuesto, los magos solo tienen poder sobre espíritus inferiores-” contestó seguro de sí mismo el hechicero y  dio unos pasos hacia adelante.

Comenzó con unos movimientos de manos, como si arrojara objetos invisibles. Pronto se observaron puñales de hielo que se lanzaban velozmente contra Asarat, quien apartó suavemente a su padre para enfrentar a su enemigo. Solo miró los mísiles helados moviendo apenas los labios y éstos se derritieron convirtiéndose en rocío antes de llegar hasta a ellos. La joven se volvió hacia su padre como esperando una aprobación a lo que Elidjem comprendió y movió la cabeza afirmativamente, entonces Asarat se preparó para dejar de defenderse y pasar al ataque.

“-Asilash d’ilah em sorcede-” pronunció fuerte la joven en la vieja lengua de hechiceros antiguos, y de inmediato las vestimentas del mago enemigo desaparecieron dejándolo desnudo ante el pueblo entero, que no pudo contener una sonara carcajada a pesar de lo grave de la situación El hechicero de inmediato pronunció el contraconjuro y sus ropas volvieron a estar en su lugar. Humillado y mordido por la cólera, mientras miraba la risilla apenada de la joven, pensó que acabaría con la insolente de inmediato.
“-Tredim emul oyimer ku boute-” exclamó poniéndose en cuclillas y colocando sus manos contra la tierra, entonces ésta comenzó a estremecerse con un tremendo temblor.
                                                                                                                                                                   
La gente gritaba y temía por su vida, mientras las paredes de las chozas crujían  y parecían desplomarse, de repente donde estaba Asarat el suelo se abrió y ella cayó en la grieta desapareciendo en la profunda oscuridad. El temblor continuó hasta que el hoyo abierto volvió a cerrarse. El hechicero se irguió finalmente, tambaleante, visiblemente agotado pero satisfecho, mientras tanto Elidjem ofuscado, con los ojos llenos de lágrimas, rasgaba la tierra con sus manos desesperadamente gritando el nombre su hija.

Pasaron instantes eternos para el padre de la joven hechicera. Pero al cabo de unos segundos una dulce voz le dijo suavemente. “-Aquí estoy padre-” Al lado del noble leñador, el cual tuvo que fijarse muy bien para observar la figura traslucida de su hija a su diestra. Poco a poco se materializó Asarat junto a su padre y éste la abrazó con lágrimas en los ojos. Ni Jon ni el mago podían creer lo que miraban. Al mago le quedo especialmente claro que no podría vencer a la joven, había usado su hechizo más poderoso, quedando agotado y no había conseguido nada, aquella criatura lo había sobrepasado por mucho.

Asarat se apartó un poco de su padre. Encaró a los bellacos con una mira segura y desafiante. mientras llevaba las manos hacia y hacia adelante como empujando el aire invocó solemne:
“-Boutit asilash erelit lorene, reigal ure boutit-” de inmediato atrás de ella apareció un enjambre de resplandecientes avispas nocturnas que se lazaron salvajemente contra el mago y su líder. Este último asediado por los ponzoñosos insectos que clavaba sus afilados aguijones hasta hacer sangrar, se arrojó contra Asarat desenvainando a toda prisa su mandoble dispuesto a partirla de un tajo. Cuando se hallaba lo suficientemente cerca como para asestar el golpe, sintió como si un rayo ardiente le hubiese a travesado el costado, puso su mano sobre su abdomen y comenzó a brotar tumultuosamente la sangre. Detrás de Jon y sosteniendo firmemente la espada de uno los malandros, se encontraba Elidjem quien acaba de herirle mortalmente atravesando incluso la armadura en pos de proteger a su hija. El líder de los despiadados invasores echó una última mirada incrédula a la hechicera mientras se desplomaba muriendo en medio de un charco de su propia sangre. Mientras tanto, los insectos se alejaban llevándose su zumbido y mucha sangre de los bandidos.

La pequeña población de la villa que hasta entonces todo lo contemplaba estupefacta se envalentonó con la maniobra de Elidjem, y al ver muerto al líder de los invasores se abalanzó contra los demás enemigos, acabándolos antes que recuperaran la conciencia, incluso el devastado mago que ya no se encontraba en condiciones de dar batalla murió vapuleado por la gente de la  villa de Humè.

Asarat tomó la mano de su padre que aún sostenía la espada ensangrentada, él dejó caer el arma y ambos se fueron de la villa mientras el sol comenzaba a despuntar en medio de las montañas, dejando atrás el barullo victorioso en medio de las chozas  de los habitantes de la villa. A pesar del incidente de los guerreros furtivos, el pueblo continuó creyendo obstinadamente que Asarat era una perversa y muy peligrosa hechicera, incluso más arraigadamente que antes; en la mente de los lugareños seguía grabada la maldición que le conjuró el Guía uniluminado tiempo atrás.

Gracias a la inusual situación vivida en Humé y a que ésta fue comunicada a los gobernantes de la región, la alarma se dio en todo el reino y la posible invasión sorpresa sin el permiso de la Magna Asamblea de Gretell  quedó expuesta y complicó aun más los planes de Nameric. Además el incidente logró  poner al  insignificante valle de Daires en la mente de la gente del reino como el lugar en el que se libró la primera batalla, y en el que se logró la primera victoria. Sin embargo poco tiempo transcurrió y los reinos de Woldon y el de Nameric se precipitaron inevitablemente al conflicto, aún cuando Nameric no consiguió el apoyo de la Magna Asamblea, lo que significaba una acción al margen de todos los tratados previos, los cuales prohibían la unilateralidad de una agresión y habían conseguido hasta entonces una relativa estabilidad entre los reinos.

Shiborug, la capital de Woldon, ordenó que cada hombre saludable y con edad suficiente luchase por su tierra y se enrolara en la Armada Real. A este llamado respondieron todos los hombres en edad de pelear de Humé incluyendo a Elidjem, quien ahora luchaba las batallas para defender el puerto de Riota de la fuerza naval enemiga. Asarat se había quedado sola en la montaña Koe y esperaba el regreso de su padre sano y salvo.

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