Capitulo IV: Visitas Indeseables
Tiempo después del
infortunado incidente con el Guía uniluminado, la inesperada visita de un grupo
de mercenarios a la villa, fue un suceso de consecuencias imprevistas para todo el reino. Y no fue un
suceso agradable. El pueblo de Humé siempre aislado de todo, nunca había visto
semejantes hombres en los alrededores, desalmados con armaduras relucientes
al hombro y portando toda clase de armas letales. A nadie le agradó conocerlos,
hubieran preferido el asalto fugaz de algún despreciable iyoco.
En relación con todo
esto, acontecía que en la región noroeste de las tierras conocidas, en el reino de Nameric se gestaba una
invasión a Woldon. Nameric siempre se proclamaba a sí mismo como el reino
guardián de la paz y la libertad de los hombres en las tierras conocidas, sin
embargo todo el mundo sabía y daba cuenta de la maldad de Nameric, siempre
embaucaba, engañaba, comprometía y amenazaba a los demás reinos apoyados en el
poder de su comercio y en su formidable ejército.
Shiborug estaba
relativamente sobre aviso acerca de las intenciones de la invasión y sospechaba
sobre la verdadera motivación de tal acto. Sabía que las minas de adenita
comenzaban escasear en Nameric y que Woldon tenía una amplia reserva por todo
su territorio. La adenita podía sustentar toda una economía: Un mineral
fundible altamente resistente, y extremadamente ligero, totalmente maleable,
era ideal para fabricar toda clase cosas: desde armas ligeras, resistentes y
letales, hasta inocuos utensilios de cocina, por ese entonces no se sabía que
el uso de la adenita combinado con el vino podía causar envenenamiento
progresivo y perdida de la cordura, quizás eso es lo que pasaba con los
gobernantes de Nameric.
Woldon no tenía relación comercial de adenita con Nameric a pesar de los variados intentos del poderoso imperio de adueñarse de la producción de los depósitos, pero en el pasado El Fiero, monarca de Woldon, resistió las presiones y no cedió ante al enemigo de la mayoría de los pueblos.
Woldon no tenía relación comercial de adenita con Nameric a pesar de los variados intentos del poderoso imperio de adueñarse de la producción de los depósitos, pero en el pasado El Fiero, monarca de Woldon, resistió las presiones y no cedió ante al enemigo de la mayoría de los pueblos.
Por otra parte la
invasión se retrasaba debido en parte a que el poderoso reino de Nameric debía
de justificar ante La Magna Asamblea de Gretell su actitud beligerante. En esta
centenaria institución se reunían embajadores de los cuatro reinos de las
tierras conocidas. Exceptuando por supuesto a las oscura tierras de Horeldom.
El representante de Nameric en La Asamblea argumentaba que la invasión se requería ya que el régimen de Shiborug amenaza la estabilidad de los demás reinos del mundo. Argumentaba que un reino tuviera un mago en su consejo mayor y que este prácticamente manejara a su antojo al gobernante era inaudito, además los espías de Nameric informaban sobre una especie de academia militarizada para magos de poderes muy acentuados, donde unidades del ejercito de Woldon con estas habilidades “especiales” se desarrollaban a pasos agigantados constituyéndose en una arma de considerable poder y una amenaza potencial para los demás reinos. Esto Nameric no lo toleraría, a pesar claro, de que ellos entre sus filas también tuviesen muchas más de estas “unidades especiales” y de que su poder bélico fuera más devastador que el de cualquier otro reino.
El representante de Nameric en La Asamblea argumentaba que la invasión se requería ya que el régimen de Shiborug amenaza la estabilidad de los demás reinos del mundo. Argumentaba que un reino tuviera un mago en su consejo mayor y que este prácticamente manejara a su antojo al gobernante era inaudito, además los espías de Nameric informaban sobre una especie de academia militarizada para magos de poderes muy acentuados, donde unidades del ejercito de Woldon con estas habilidades “especiales” se desarrollaban a pasos agigantados constituyéndose en una arma de considerable poder y una amenaza potencial para los demás reinos. Esto Nameric no lo toleraría, a pesar claro, de que ellos entre sus filas también tuviesen muchas más de estas “unidades especiales” y de que su poder bélico fuera más devastador que el de cualquier otro reino.
La Asamblea, sin embargo,
resistía a duras penas la petición de Nameric. El déspota reino exigía la
aprobación de medidas represivas entre ellas apoyo a la invasión, amenazando
discretamente con suspender el comercio u otro tipo de represalias si los demás
reinos no le respaldaban. Pero la Manga Asamblea no encontraba argumentos
suficientes para iniciar acción alguna, además el mundo temía otra monstruosa
Batalla de Hechiceros como la de la Montaña Perdida al final de la segunda era
de la magia y en la que desaparecieron pueblos enteros. Fue en esta batalla en
la que los Maestros del Fuego se sepultaron para siempre en el olvido y se
cerraron las dos eras doradas de la magia.
Sin embargo en Humé nada
de esto se sabía, la vida estaba alejada de conflictos políticos, militares o
de cualquier otra índole. Aquella banda de ocho guerreros era de Nameric y
hacían un reconocimiento previo a la invasión. Habían entrado por el oeste en
un desembarque relámpago en la bahía de Jeroa. Toda esa región era selvática e
inhabitada por humanos casi totalmente, el primer rasgo de población luego de
mucho tiempo de viaje era Humé. Así que tomaron el humilde caserío como punto
de descanso mientras se preparaban para el siguiente trayecto en la expedición.
Desenmascarando
prontamente su verdadera naturaleza, despojaron a varios humildes campesinos de
sus chozas, se enfundaron en sus armaduras y se asentaron, señoreando su poder
sobre todos, exigieron servilismo o que se atuvieran a las consecuencias.
Ultrajaron salvajemente a un par de pobre jóvenes dejándolas luego severamente heridas,
casi moribundas. Mataron animales para que se los preparasen como alimento, desmoralizando
completamente al pueblo. Claramente su proceder inidcaba que Humé no sobrevivirá al pequeño contingente.
Elidjem bajó al pueblo
por algunas provisiones, y de inmediato fue enterado de la situación. Temió por
su hija aunque los guerreros no se habían enterado de la vereda a la montaña
Koe ya que ésta se halla hacia el sur y ellos venían del oeste seguirían al
nordeste evitando los caminos principales enrumbándose a Kartabaal y luego de
ahí según los informes de los espías se dirigirán
a Shiborug o se devolverían para apoyar
la invasión. El padre de Asarat no se atrevía a volver por temor a ser seguido
por alguno de los hombres armados, quienes patrullaban la villa en busca de
excusas para agredir. Así llegó la noche y Elidjem tuvo que quedarse en el
pueblo.
Se reunieron los
pueblerinos en la plazoleta al centro de la villa frente a las chozas que los
enemigos habían tomado, encendieron un gran fuego temiendo que si se
dispersaban, individualmente, serian presas fáciles de los agresores durante la
noche. Elidjem comenzó a evaluar la situación: Uno de los miembros del pequeño
contingente enemigo era un mago. Elidjem se percató por que observó pequeños
indicios de su habilidad. Los demás parecían jóvenes guerreros escasamente curtidos
quizás en un par de batallas a excepción del titular, el líder del grupo, un
hombre excepcionalmente alto y corpulento llamado Jon, quién dirigía toda la
operación de reconocimiento, se le observaba como un viejo conocedor de campos
de batallas, varias cicatrices en su rostro lo aseguraban. El grupo estaba
formado por un par de arqueros, cuatro espadachines, uno de ellos era Jon, un
gigantesco hombre con una enorme maza y finalmente el mago quien también
parecía el explorador, quien solo portaba una daga, todos en permanente alerta.
Ellos nunca dejaban sus armas, siempre estaban listos para desenvainar.
En la aldea un grupo de
hombres y jóvenes, ofendidos por las despreciables acciones de los invasores, se
disponía arreglar la situación de una vez. Hicieron un plan para entrar a las
chozas por atrás mientras los malvados rumiaban el alimento y con sus
herramientas de trabajo empuñadas como armas, asesinar a los agresores antes
que se dieran cuenta de lo que les había pasado.
El plan estaba condenado
a fracasar desde el inicio. No había manera que unos combatientes entrenados
sucumbieran ante un grupo de sencillos labriegos. Los valientes
irrumpieron en las cabañas, lanzándose sobre los invasores. En la primera
cabaña, los valientes murieron asesinados casi instantáneamente bajo el filo de
las espadas. En la segunda, el mago se hizo cargo y los arrojó fuera, frente a
la pequeña congregación de la aldea en la plazoleta.
Los hombres volvieron a
enrumbarse a la cabaña pero el mago les salió al paso. Ante el asombro del
pueblo, una ráfaga de fuego salió de la palma del hechicero. Tres de los cinco
luchadores del pueblo cayeron al suelo revolcándose entre las llamas hasta morir carbonizados entre espeluznantes alaridos de dolor. Elidjem que
conocía el poder de los magos, corrió a intentar contener al par de hombres
sobrevivientes del ataque para que no perdieran sus vidas en vano. Al mismo
tiempo de la otra cabaña salían los guerreros arrastrando por el cabello los
ensangrentados y mutilados cadáveres de los otros campesinos. El pueblo se
horrorizó cuando los perversos lanzaron contra ellos los cuerpos de los que en
vida fueron sus amigos y vecinos.
Jon salió de su cabaña,
echó una despreciable mirada sobre la muchedumbre.
”-Han cometido un terrible
error-” sentenció con el acento curioso de los del norte “-Para mañana este
miserable pueblo habrá desaparecido. No quedará nada en pie para el amanecer. ¡Destrúyelos!”
le indicó al mago que acabará con los restantes hombres de la fallida
insurrección y a los cuales Elidjem contenía interponiendo su cuerpo.
El mago volvió a lanzar
su fuego infernal sobre los pobres condenados quienes no tuvieron tiempo de reaccionar, pero una vez que las llamas
devoradoras salieron de su palma fueron vueltas en suaves plumas blancas que
acariciaron los sorprendidos rostros de Elidjem y los demás. El hechicero
confundido miró a su derecha y la contempló: una hermosa joven de largo
cabello negro lacio y vestida de blanco, sonriendo, iluminada por el fuego de la
plazoleta y por las lunas gemelas, caminaba hacía los insurrectos.
“-¿Asarat?-“, Inquirió aquejado Elidjem al ver a su hija,
“-Padre, estaba
preocupada por tu ausencia-” contestó la joven mientras avanzaba en su
dirección. El pueblo miraba a la joven bruja maldita, a la vez que temía la
reacción de los guerreros.
A una señal del líder
invasor, el inmenso guerrero portador de la masa se abalanzó sobre Asarat, la
niña parecía que ni siquiera se había percatado. Cuando se hallaba a un suspiro
de distancia, el gigante arremetió con su arma y toda su furia contra la joven con un bufido.
Ella pronunciando una palabra que el guerrero no pudo escuchar y con un leve
soplido lo arrojó contra otros dos de sus compañeros, tan fuerte que se
estrellaron contra la cabaña a sus espaldas, la enorme maza que el guerrero
había soltado fue tras ellos para dejarlos inconscientes con un golpe más que
contundente.
En los ojos de Jon ardió
la furia.”-Ustedes destrocen a la pequeña zorra-” Le ordenó a los otros tres
guerreros. Salieron a su encuentro, el más adelantado
desenvainó su espada y se apresuró para embestir a la joven, los otros dos se
aprestaron a abatirla con sus flechas.
Cuando el espadachín estuvo lo suficientemente cerca arremetió, pero su
espada hendió el vacío. Asarat le había esquivado de forma sorprendente, en un parpadeo. Ya estaba más cerca de su padre cuando un par de flechas se deslizaron buscándola.
Pero el guerrero de la espada, como arrebatado por una mano invisible fue
obligado a interponerse en su trayectoria y las flechas se le hundieron en la
espalda cayendo herido por sus propios compañeros. Lo arqueros se disponían
a cargar otro par de flechas cuando sus
pies se separaron del suelo, parecían flotar infinitamente cerca del piso pero
sin poder tocarlo. Aterrados y desesperados dejaron caer sus armas. Entonces la
niña les sonrió, susurrando algo e inmediatamente comenzaron a golpearse las
cabezas uno con otro como muñecos de trapo atrapados en las manos de una
pequeña malcriada hasta caer inertes. Para entonces Asarat ya había llegado con
su padre.
Sorprendido de que en
aquel miserable caserío existiese alguien con tales habilidades, el mago se
acerco a su jefe
“-Es muy poderosa-” le
dijo.
“-¿Puedes con ella?”- Le
mandó Jon más que preguntarle,
“-Por supuesto, los magos
solo tienen poder sobre espíritus inferiores-” contestó seguro de sí mismo el
hechicero y dio unos pasos hacia
adelante.
Comenzó con unos
movimientos de manos, como si arrojara objetos invisibles. Pronto se observaron
puñales de hielo que se lanzaban velozmente contra Asarat, quien apartó
suavemente a su padre para enfrentar a su enemigo. Solo miró los mísiles
helados moviendo apenas los labios y éstos se derritieron convirtiéndose en
rocío antes de llegar hasta a ellos. La joven se volvió hacia su padre como
esperando una aprobación a lo que Elidjem comprendió y movió la cabeza
afirmativamente, entonces Asarat se preparó para dejar de defenderse y pasar al
ataque.
“-Asilash d’ilah em
sorcede-” pronunció fuerte la joven en la vieja lengua de hechiceros antiguos,
y de inmediato las vestimentas del mago enemigo desaparecieron dejándolo
desnudo ante el pueblo entero, que no pudo contener una sonara carcajada a
pesar de lo grave de la situación El hechicero de inmediato pronunció el
contraconjuro y sus ropas volvieron a estar en su lugar. Humillado y mordido por la cólera,
mientras miraba la risilla apenada de la joven, pensó que acabaría con la
insolente de inmediato.
“-Tredim emul oyimer ku
boute-” exclamó poniéndose en cuclillas y colocando sus manos contra la tierra,
entonces ésta comenzó a estremecerse con un tremendo temblor.
La gente gritaba y temía
por su vida, mientras las paredes de las chozas crujían y parecían desplomarse,
de repente donde estaba Asarat el suelo se abrió y ella cayó en la grieta
desapareciendo en la profunda oscuridad. El temblor continuó hasta que el hoyo
abierto volvió a cerrarse. El hechicero se irguió finalmente, tambaleante,
visiblemente agotado pero satisfecho, mientras tanto Elidjem ofuscado, con los
ojos llenos de lágrimas, rasgaba la tierra con sus manos desesperadamente
gritando el nombre su hija.
Pasaron instantes eternos
para el padre de la joven hechicera. Pero al cabo de unos segundos una dulce voz
le dijo suavemente. “-Aquí estoy padre-” Al lado del noble leñador, el cual
tuvo que fijarse muy bien para observar la figura traslucida de su hija a su
diestra. Poco a poco se materializó Asarat junto a su padre y éste la abrazó
con lágrimas en los ojos. Ni Jon ni el mago podían creer lo que miraban. Al
mago le quedo especialmente claro que no podría vencer a la joven, había usado
su hechizo más poderoso, quedando agotado y no había conseguido nada, aquella
criatura lo había sobrepasado por mucho.
Asarat se apartó un poco
de su padre. Encaró a los bellacos con una mira segura y desafiante. mientras llevaba las manos hacia y hacia adelante como empujando el aire invocó solemne:
“-Boutit asilash erelit
lorene, reigal ure boutit-” de inmediato atrás
de ella apareció un enjambre de resplandecientes avispas nocturnas que se lazaron salvajemente
contra el mago y su líder. Este último asediado por los ponzoñosos insectos que
clavaba sus afilados aguijones hasta hacer sangrar, se arrojó contra Asarat
desenvainando a toda prisa su mandoble dispuesto a partirla de un tajo. Cuando
se hallaba lo suficientemente cerca como para asestar el golpe, sintió como si
un rayo ardiente le hubiese a travesado el costado, puso su mano sobre su
abdomen y comenzó a brotar tumultuosamente la sangre. Detrás de Jon y
sosteniendo firmemente la espada de uno los malandros, se encontraba Elidjem
quien acaba de herirle mortalmente atravesando incluso la armadura en pos de
proteger a su hija. El líder de los despiadados invasores echó una última
mirada incrédula a la hechicera mientras se desplomaba muriendo en medio de un charco de
su propia sangre. Mientras tanto, los insectos se alejaban llevándose su zumbido y
mucha sangre de los bandidos.
La pequeña población de
la villa que hasta entonces todo lo contemplaba estupefacta se envalentonó con
la maniobra de Elidjem, y al ver muerto al líder de los invasores se abalanzó
contra los demás enemigos, acabándolos antes que recuperaran la conciencia,
incluso el devastado mago que ya no se encontraba en condiciones de dar batalla
murió vapuleado por la gente de la villa
de Humè.
Asarat tomó la mano de su
padre que aún sostenía la espada ensangrentada, él dejó caer el arma y ambos se
fueron de la villa mientras el sol comenzaba a despuntar en medio de las
montañas, dejando atrás el barullo victorioso en medio de las chozas de los habitantes de la villa. A pesar del
incidente de los guerreros furtivos, el pueblo continuó creyendo obstinadamente
que Asarat era una perversa y muy peligrosa hechicera, incluso más
arraigadamente que antes; en la mente de los lugareños seguía grabada la
maldición que le conjuró el Guía uniluminado tiempo atrás.
Gracias a la inusual
situación vivida en Humé y a que ésta fue comunicada a los gobernantes de la
región, la alarma se dio en todo el reino y la posible invasión sorpresa sin el
permiso de la Magna Asamblea de Gretell
quedó expuesta y complicó aun más los planes de Nameric. Además el
incidente logró poner al insignificante valle de Daires en la mente de
la gente del reino como el lugar en el que se libró la primera batalla, y en el
que se logró la primera victoria. Sin embargo poco tiempo transcurrió y los reinos de
Woldon y el de Nameric se precipitaron inevitablemente al conflicto, aún cuando
Nameric no consiguió el apoyo de la Magna Asamblea, lo que significaba una
acción al margen de todos los tratados previos, los cuales prohibían la
unilateralidad de una agresión y habían conseguido hasta entonces una relativa
estabilidad entre los reinos.
Shiborug, la capital de
Woldon, ordenó que cada hombre saludable y con edad suficiente luchase por su
tierra y se enrolara en la Armada Real. A este llamado respondieron todos los
hombres en edad de pelear de Humé incluyendo a Elidjem, quien ahora luchaba las
batallas para defender el puerto de Riota de la fuerza naval enemiga. Asarat se
había quedado sola en la montaña Koe y esperaba el regreso de su padre sano y
salvo.
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