14 febrero 2019

El niño del arco

Se desliza ligero, descalzo, desnudo
con solo una venda en sus ojos por atuendo
Sonriente dispara el niño de tiro certero
Y su flecha de oro se hunde en el corazón.

A veces en un arrebato, sin aviso, sin intención
Otros lo presienten, lo ven venir de lejos,
Tal vez despacio, sin prisas
Pero sin desvío ni vacilación.

Llega y todo lo cambia, todo lo trasforma
Todo lo llena, todo lo vacía, todo lo toma
Todo ahora fresco se mira diferente
No duele nada ni la afrenta más hiriente.

Su efecto puede ser efímero, fugaz...
disfrútalo mientras dura de ahora en más
Cada mirada, cada gesto, cada sonrisa,
cada beso, cada roce, cada caricia.

Y si cultivarlo quieres, que madure y florezca
Como Venus, del Oráculo de Temis hay que aprender
Que el amor sin pasión no puede crecer
El fuego hay que hacer que fuerte permanezca

Así que cuídalo y gózalo,
Súfrelo y llóralo
Vívelo mientras puedas...
Y cuándo ya no esté en ti
Entonces, déjalo ir...

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